El exgobernador de Puebla, Mario Marín, fue liberado la noche del martes del penal del Altiplano, en el Estado de México. Esta decisión fue ordenada por una jueza, quien determinó que Marín puede continuar su proceso judicial de tortura desde su domicilio. La resolución generó diversas reacciones debido a la naturaleza del caso que ha mantenido al exmandatario en prisión durante tres años.
La liberación de Mario Marín fue posible luego de que una jueza del Poder Judicial Federal en Quintana Roo evaluara que las acusaciones en su contra no ameritaban prisión preventiva. La jueza decidió sustituir la medida cautelar por otras que permiten que Marín continúe su proceso en libertad. Este cambio de medida cautelar se concedió después de que un amparo solicitado previamente, argumentando problemas de salud, no prosperara.
Mario Marín, también conocido como el «Gober Precioso», permaneció internado en el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) 1 del Altiplano, ubicado en Almoloya de Juárez. Tras el cambio de medida cautelar, el proceso de liberación comenzó el sábado pasado y concluyó hasta el martes. La situación generó un fuerte operativo de seguridad en las inmediaciones del penal, con la participación de elementos de la Guardia Nacional.
La liberación de Marín no implica su libertad total, ya que se le impusieron cinco medidas cautelares. Estas incluyen el uso de un brazalete electrónico, el resguardo domiciliario en Puebla bajo vigilancia permanente, la prohibición de salir del estado y del país, y la exhibición de una garantía económica. Además, se le prohíbe acercarse a la periodista Lydia Cacho, la víctima en este caso.
Con estas medidas, Mario Marín podrá enfrentar su proceso penal desde su domicilio, aunque bajo estrictas condiciones impuestas por la jueza. La decisión ha sido vista como un paso controvertido en un caso que ha llamado la atención a nivel nacional, destacando la importancia de la justicia y los derechos humanos en el país.
